23 abril, 2009

Toca sobrevivir

Qué agustito se está en la terraza... pues hay que joderse!

Temía este momento, el de salir por primera vez en lo que va de año y aposentarme en la terraza por la tarde. He sacado los trastos de matar, portatil, zumo y tabaco. Lo que vulgarmente significa que voy a pasar aquí la tarde y lo que más vulgarmente significa, que ya está aquí el verano.

Pues mierda.

Ale, ahora a agobiarme sólo de pensar que en menos y nada voy a tener que dormir practicamente en pelotas si no quiero perecer de calor porque, mi casa, es un horno, y de poco sirve el aire acondicionado porque en una lucha entre iguales, en mi horno-casa, siempre gana el calor.

Ahora, a pasar 3 meses en los que no seré persona, sino una sucesión de fluidos en lento movimiento. Un ser con un recipiente de plastico lleno de liquido vital adonde quiera que vaya. Un ente vulnerable, irascible, una granada a punto de explotar en cuanto la ocasión se tuerza casi insignificantemente.

A tener que dejar el coche en el garaje a la hora de comer porque no habrá ni una puta sombra disponible donde dejarlo, a salir a las 4:30 de la tarde cagandome en todo para ir de nuevo a trabajar. A quemarme mientras llego al curro porque en el trayecto más corto apenas hay sombra, a que me golpee el calor de forma hiriente cada vez que salgo del coche y de la influencia del climatizador. A sobrellevar o quizá mejor dicho, a sobrevivir hasta las ocho de la tarde para volver a entrar en un coche, el mio, casi calcinado por el sol. A intentar seguir respirando mientras la quemazón del volante me achicharra las manos sólo hasta que el aire frio me dé en el rostro y poder recuperar un mínimo de fuerzas antes de que estas desaparezcan cuando empiece a pensar en que nada más lejos de descansar y refrescarme, me esperará otro horno aún peor, el de mi casa. A volver a revivir bajo el agua de una ducha reconfortante unos 3 minutos, los que bastarán para que comience a pensar en el sudor que envolverá mi cuerpo cuando me esté secando, a que la ropa se me pegue al cuerpo porque lo tendré empapado, y ni siquiera la sombra de la terraza conseguirá aliviar ese malestar porque el puto calor ha hecho de las suyas y el suelo de la terraza estará literalmente ARDIENDO. Y así llegará la cena, y cenaré sin ganas, y no disfrutaré la cena, porque estaré pensando en que tendré que acostarme y no dormiré, porque comenzaré a sudar y entonces tendré que poner el aire acondicionado y será peor, porque caeré placidamente en un sueño fresco y reparador pero se apagará a las 5 horas de haberlo programado y comenzaré de nuevo a sudar y a no dormir dando vueltas y si no lo programo, por la mañana me dolerá todo el cuerpo porque se me habrá quedado frio.

Y entonces, será como si no hubiese descansado, y empezará otra jornada angustiosa, en la que odiaré a todo aquel que me diga que le encanta el verano, y más si encima se dedica a tocarse las pelotas, o el parrush, o curra en un sitio perfectamente acondicionado y su trabajo no es fisico.

Si os gusta el verano me la suda, pero a mi no me toqueis las pelotas.

10 abril, 2009

Qué fariseos somos...

Semana Santa. Penitencias, procesiones, velas, capirotes, imágenes, tambores, lagrimas, negocio…
Para mi es una sucesión de días en los que la vagancia campa a sus anchas. No hago nada más allá de lo estrictamente necesario para seguir existiendo de manera placida. Como no podía ser de otra manera, los días de asueto son días sin más.
Ningún cambio, ningún extra, al contrario, menos que cero.
Por no hacer ni siquiera converso, ni leo, a no ser que eche un vistazo por inet, ni escribo, a no ser que como ahora, me obligue. Tendencia peligrosa, si. Me estoy dejando ir.
Pero tampoco duele, al menos, no más de lo habitual. Quizá sea eso lo que me preocupa del tema, porque no hablar, leer, escribir, salir o demás, me importan un bledo habitualmente, pero es que ahora, ni siquiera me perturba.
Veo imágenes en la tv de las diferentes procesiones, o pasos, como se llamen, que por otra parte me da igual, y observo toda la parafernalia. Qué bien montado lo tienen todo, desde luego. Van absolutamente coordinados, nada destaca, salvo lo que ha de destacar. No faltan los oros, las platas, los terciopelos, la devoción, la exageración.
Me pregunto qué pensará Dios de todo esto. Me pregunto qué pensará al ver todas esas imágenes engalanadas hasta el exceso. Me pregunto si no le indignará la visión de todo ese espectáculo.
No me perturba verlo, si acaso, me da la risa.
Risa cuando oigo ciertos comentarios hacia las imágenes, hablan llevados por una pasión equiparable a un estado de trance, como si se creyesen las chorradas que dicen.
Y ahí les tienes, aguantando todo un año , esperando impacientemente que les llegue la hora del show. Preparando sus galas cuidadosamente guardadas, sus símbolos, sus pelos bien peinados, sus joyas bien exhibidas. Mírales, absolutamente al borde del orgasmo en cuanto empiezan a desfilar junto a su imagen. Es su momento, suyo nada más. Lo demás es meramente circunstancial.
Porque nada es más importante que su Cristo, o su Virgen, y las ropas que llevan, y los oropeles de sus pasos. Son los mejores.
Luego, cuando el espectáculo toque a su fin, guardarán las imágenes en su iglesia, sus ropas cuidadosamente dobladas reposarán hasta el próximo año. Sus lagrimas sólo acudirán en momentos puntuales, y luego, y para no variar, volverán a la vida normal, a ser peores que Satanás



01 abril, 2009

¿Todo bien?

Estoy más triste...

Nada parece relucir más de lo normal, y lo normal en mi vida es que nada reluzca, no al menos durante el suficiente tiempo para que pueda decir que realmente he visto algo relucir y no pensar que lo he imaginado.

Estoy cansada de caminar sin más sombra a mi lado que la mia. Ya me he cansado de eso.

Tampoco es que tenga ganas de contarlo, la verdad. Los que mejor me conocen ( que son pocos, diría que 3 personas ) saben que tampoco es que me apetezca contar que me pasa o me deja de pasar. Es habitual en mi, tengo unas tragaderas con cicatrices ya. Me cuesta tan poco desilusionarme que ya sale como un acto reflejo, dolorosamente fugaz por la costumbre. Es más de lo mismo dentro de la misma rutina consistente en lo mismo una y otra vez, día tras día, mes tras mes, año tras año...

No os molesteis en darme consejos. Todos caen en saco roto. Y además, tengo por costumbre pasar de puntillas por encima de ellos. Nunca funcionan, he oido de todo, me han aconsejado de todo, y francamente, estoy harta de tópicos.

Un saludo